Ayer vi la luna subiendo por la cuesta de tu huerto,
estaba creciendo y se creía capaz de entrar
por la ventana azul de tu cuarto
correrte las cortinas con un soplo de viento
y recorrerte la espalda con un salvaje escalofrio.
La miraba y la luna me decía en silencio,
espera, aguarda…no mires, no busques al tiempo
que el tiempo es un deseo vacio de miedo
y si lo quieres se enreda entre las espinas
de las ramas del alma y ahí parado se queda.
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